lunes, 11 de abril de 2011

Si tú me dices: ¡Ven!

Si tú me dices: "¡ven"!, Lo dejo todo...
No volveré siquiera la mirada
Para mirar al hombre amado...
Pero dímelo fuerte, de tal modo

Que tu voz, como toque de llamada,
Vibre hasta en el más intimo recodo
Del ser, levante el alma de su lodo
Y hiera el corazón como una espada.

Si tú me dices: "¡ven!", Todo lo dejo.
Llegaré a tu santuario casi vieja,
Y al fulgor de la luz crepuscular;

Mas he de compensarte mi retardo,
Difundiéndome, ¡oh, Cristo!, Como un nardo
De perfume sutil, ¡ante tu altar!

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